El día que el mundo abrió los ojos al verdadero Hamás

26/Oct/2023

Ynet Español- por Pamela Werbin 

Ynet Español- por Pamela Werbin 

El 7 de octubre no será un día más para los israelíes. Aunque el mundo olvide rápido, hay culpables y responsables de haber sostenido económicamente al grupo terrorista palestino. Crédito foto: AFP

Hoy, día 19 desde iniciada esta guerra, que comenzó con la peor matanza que el pueblo judío haya vivido desde la Shoá.

Hace unos días Hamas “liberó” a dos rehenes, dos ancianas de más de 80 años en lo que denominó gesto “humanitario” por razones de salud. Las señoras fueron intencionalmente secuestradas aquel 7 de octubre, como lo fueron 220 personas más, entre ellas bebés, madres y abuelas, israelíes y de otras nacionalidades, judíos y no judíos también.

Ese oscuro día el mundo fue testigo de una masacre a la que reaccionó atónito. Me pareció que mucha gente abrió los ojos respecto de lo que es Hamas, y se dio cuenta de que no era un movimiento que defiende los derechos de los palestinos, sino una organización terrorista de la cual ellos son también víctimas y cuyo objetivo es matar judíos y borrar a Israel del mapa.

Sentada en el sillón de mi living presencié durante horas lo que estaba pasando a 100 kilómetros al sur de mi casa. Recuerdo los llamados de desesperación de una madre rogando por ayuda, de niños pidiendo ser rescatados. Escuché los gritos y las voces que se apagaban entre disparos, bombazos, quiebre de vidrios y sonidos de puertas destrozadas. Las noticias se sucedían y la información empezó a salir a la luz.

Cientos de personas morían asesinadas y llenaban los hospitales, que no daban abasto con los heridos. No repercutió ni en lo más mínimo en los noticieros del mundo que uno de esos hospitales fuese bombardeado mientras se atendía en las urgencias.

Más de 700 heridos se atendieron en las primeras 48 horas después del ataque. Por primera vez en mi vida escuché múltiples voces de periodistas y políticos, espantados ante las pavorosas imágenes de lo que fue ese pogrom en la frontera sur de Israel, que se transmitía a través de todos los medios de comunicación.

Entre el dolor y el miedo, me consolaba ver cómo tanta gente se mostraba conmovida. Pensé que se daban cuenta de quiénes realmente eran estos monstruos con fachada humana. Que los ataques hacia Israel en el mundo empezaban a acallarse. Pero me equivoqué. Tras la ofensiva de Israel, con las consecuencias ya sabidas, ese apoyo empezó a retroceder. Cadenas televisivas iniciaron otra vez su campaña de críticas hacia el estado judío, como les gusta denominarlo.

Me he preguntado muchas veces si otros países hubieran reaccionado de la misma manera que Israel ante un ataque de estas dimensiones. ¿Hubieran dado aviso, como lo hace Israel, con sirenas y llamados en alta voz a la población para evitar así más bajas civiles?  ¿Sabrán que esos “inocentes” civiles que atravesaban la frontera en sus bicicletas y motos eran en realidad asesinos a sueldo, cuya recompensa por cada secuestrado que trajeran a su territorio era de 10.000 dólares y un departamento?

Se sabrá que Catar ha financiado el terrorismo de Hamas durante años; que todo fue planeado por los altos mandos de Hamás de forma tal que hasta el más simple anciano fue secuestrado intencionalmente para después ser “liberado” de forma “humanitaria” e ir borrando de las memorias con una velocidad apabullante los crímenes brutales que habían cometido.

El mundo olvida rápido, o más bien minimiza cuando se trata de Israel. Siempre hay un pero. Hoy nuevamente hay gente que dice que no era para tanto, que Israel reacciona de forma desmedida. No recuerda ya, no importa cuántas veces vean las imágenes de esos niños que fueron testigos de la matanza de sus padres, a las familias enteras quemadas, a las mujeres embarazadas y jóvenes asesinadas y violadas. Es la salvaje realidad que no es motivo suficiente para justificar una defensa “debidamente proporcional” a lo que aquí vivimos, y de los cual no sé si alguna vez será posible recuperarse del todo.

Esta mañana no eran aún las 11 cuando me atraganté con mi propio llanto, y mis ojos se llenaron de lágrimas ante el testimonio de un joven que perdió a su futura esposa por la caída de un cohete camino a Sderot. En la entrevista, contó que estuvo dos semanas con el anillo de compromiso en el bolsillo y no alcanzó a entregárselo a su futura esposa. En sus propias palabras, el titular de su historia de amor cambiaría para siempre.